domingo, agosto 27, 2006

El aprendiz de monje

Un dia un aprendiz se acercó al maestro y le dijo: "Porqué insistís tanto en la pobreza?". Por toda respuesta el monje le mostró su biblioteca, sabiendo que el aprendiz era afectado de la lectura, y le dio permiso para coger tantos libros como quisiera. Cuando tuvo los brazos y las manos llenas a rebosar, el monje abrió los brazos diciéndole: "Ahora dame un abrazo". Evidentemente no pudo.

Si, de R. Kypling

Si puedes conservar serena tu cabeza
mientras todos a tu alrededor están perdiendo la suya,
y culpándote por ello;
Si puedes confiar en ti mismo
cuando todos dudan de ti,
y encontrar disculpas por sus dudas;
Si puedes esperar sin cansarte de esperar,
y siendo objeto de mentiras no hacer uso de ellas,
o siendo odiado no entregarte al odio, y, sin embargo,
no aparentar demasiada sabiduría;

Si puedes soñar y no hacerte esclavo de tus sueños;
Si puedes pensar y no hacer del pensamiento tu meta;
Si puedes enfrentarte con el triunfo y el desastre
y tratar a estos dos impostores exactamente igual;
Si puedes resistir el oír las verdades que has dicho
tergiversadas por los pillos para embaucar a los tontos,
o ver las cosas a las que has dado tu vida rotas, y,
agachándote, recomponerlas con herramientas gastadas y viejas;

Si puedes hacer un montón de tus ganancias
y arriesgarlas en una jugada de cara o cruz, y perder,
y volver a empezar desde el principio, y nunca hablar de tu pérdida
una palabra;
Si puedes forzar tu corazón y tu músculo
o servir su cometido mucho después de haberte abandonado,
y así seguirte sosteniendo, cuando ya en ti no queda nada,
sino la voluntad que les manda resistir;

Si puedes departir con multitudes y guardar tu moral,
o hablar con reyes sin perder el contacto con el pueblo;
Si ni tus enemigos ni tus amigos pueden dañarte…
Si puedes llenar el implacable minuto
con el valor de sesenta segundos de distancia recorrida…
Si todos los hombres valen para ti, pero ninguno demasiado…
Tuya es la Tierra y todo lo que contiene,
y, lo que es más,
Serás un Hombre, hijo mío.


..............................................

(y la versión original, en inglés)

If you can keep your head when all about you
Are losing theirs and blaming it on you;
If you can trust yourself when all men doubt you,
But make allowance for their doubting too;
If you can wait and not be tired by waiting,
Or, being lied about, don't deal in lies,
Or, being hated, don't give way to hating,
And yet don't look too good, nor talk too wise;

If you can dream - and not make dreams your master;
If you can think - and not make thoughts your aim;
If you can meet with triumph and disaster
And treat those two imposters just the same;
If you can bear to hear the truth you've spoken
Twisted by knaves to make a trap for fools,
Or watch the things you gave your life to broken,
And stoop and build 'em up with wornout tools;

If you can make one heap of all your winnings
And risk it on one turn of pitch-and-toss,
And lose, and start again at your beginnings
And never breath a word about your loss;
If you can force your heart and nerve and sinew
To serve your turn long after they are gone,
And so hold on when there is nothing in you
Except the Will which says to them: "Hold on";

If you can talk with crowds and keep your virtue,
Or walk with kings - nor lose the common touch;
If neither foes nor loving friends can hurt you;
If all men count with you, but none too much;
If you can fill the unforgiving minute
With sixty seconds' worth of distance run -
Yours is the Earth and everything that's in it,
And - which is more - you'll be a Man my son!

miércoles, agosto 23, 2006

El abuelo, el nieto y el burro

Un buen día, un abuelo y su nieto fueron a comprar un burro a un pueblo cercano para que les ayudase en las tareas del campo. Cuando se pusieron en camino de vuelta el niño estaba ya cansado de andar, y su abuelo le dijo "súbete al burro, y así descansas". Pero la gente de ése pueblo los miraba de reojo murmurando "parece mentira que ese niño, en plena juventud, sea tan vago de ir subido al burro mientras su pobre abuelo tiene que ir andando al lado". El abuelo quedó abochornado por lo que decía la gente, y al salir del pueblo le dijo a su nieto " que vergüenza, bajate del burro y me subiré yo", a lo que el nieto accedió solícitamente.

Pero al pasar por el pueblo siguiente oyeron que la gente escandalizada exclamaba "qué abuelo más insensible y tirano! En lugar de dejar descansar al niño, débil e indefenso, se aposenta el con holgazanería en el burro y lo obliga a ir andando bajo este sol abrasador! ¿No le da vergüenza?". Y todo el mundo los miraba con desaprobación. Al salir de ese pueblo el abuelo estaba confuso, y bajándose del burro le dijo a su nieto que mejor sería que fueran los dos a pie.

Finalmente llegaron a su pueblo, pero cuando la gente los vió llegar empezó a reírse de ellos, diciendo "Qué estúpidos que son! Han tenido que hacer un camino largo y duro y hace mucho calor, pero ninguno de los dos aprovecha el burro que han comprado para hacer el camino subido en él, sino que vienen los dos andando!". Y todos sus vecinos se burlaban de ellos.

Nada merece la pena

Nada merece la pena.

Sólo ayudar al que se ha caido
a levantarse y seguir camino.

Sólo orientar al que está perdido
y así encuentre el camino de vuelta.

Sólo decir "te quiero" a tus amigos
aún cuando no parece haber motivo.

Sólo cargar el yugo de un amigo
cuando deviene pesado y cansino.

Y, aún así,
nada merece la pena.

lunes, agosto 21, 2006

La Creación del Hombre (cuento popular)

Cuenta la historia que al inicio de los tiempos, al terminar la creación del mundo y de las cosas, los dioses reunidos en asamblea deliberaron cómo harían al ser más perfecto, al que entregarían el fruto de su esfuerzo: el Hombre. Todos estaban de acuerdo en que tenía que ser un ser portentoso y sublime, hecho a su imagen y semejanza, pero cayeron en la cuenta que de ser así no sería criatura sino que sería como ellos, un dios. Decidieron pues esconderle aquello más preciado, la Felicidad, sin la cual sería incompleto y desdichado.

Discutieron entonces con esmero dónde la esconderían para que no fuese capaz de encontrarla. El primero en hablar dijo con aire pensativo: “Podríamos esconderla en la selva más impenetrable, custodiada por los animales más fieros”. Pero otro le contradijo, diciendo: “Si es tan valiente y fuerte como nosotros será capaz de atravesar la selva más impenetrable y enfrentarse a las bestias más feroces y temibles, y acabará encontrándola. Mejor lugar será la montaña más escarpada, la más imponente, la más alta. Ahí ninguno podrá llegar”. No obstante, acto seguido el tercero le reprochó: “Si es tan valiente y fuerte como nosotros, igualmente podrá subir a la montaña más alta, por más escarpada e imponente que sea. Tenemos que esconderla más arriba, entre las nubes del cielo, para que ni el hombre más alto, subido a la montaña más alta, pueda alcanzarla”. “Tampoco es buen lugar –observó el cuarto-. Si es tan inteligente como nosotros podrá crear artilugios que le permitan volar hasta el cielo, y tarde o temprano la hallará. Hmm… Por la misma razón, el océano más profundo tampoco sería un buen lugar, puesto que encontraría los medios para sumergirse hasta el fondo”. “Es realmente una cuestión difícil...”, sentenció el primero, y todos se quedaron sin saber qué decir.

Entonces el quinto dios, que había permanecido en silencio y escuchaba atentamente, se expresó diciendo: “Ciertamente, es una cuestión difícil. Como el Hombre será tan audaz, fuerte y hábil como nosotros no le costará mucho encontrar la felicidad en la selva más inexpugnable, en la montaña más alta, en el océano más profundo, ni siquiera en el cielo". “Bah, eso ya lo sabemos –le interrumpió el segundo, a lo que añadió burlonamente- ¿No se te ocurre nada mejor?”. Pero, tomando de nuevo la palabra con paciencia, le dijo el cuarto dios: “Si. Hay un lugar en el que aún no habéis pensado. Un lugar en el que ni los más intrépidos, ni los más portentosos, ni los más brillantes podrán acceder, sino sólo los que sean nobles y dignos de ella: dentro de sí mismos”. “Si… Es cierto… Dentro de sí mismos, ¡que buena idea!” dijeron los otros tres dioses, a la vez sorprendidos y admirados, expresando su conformidad con tan acertada idea.

Y así lo hicieron, y así fue y así ha sido durante tanto y tanto tiempo, en que el Hombre ha buscado la Felicidad sin encontrarla por todos los lugares del mundo, empleando su ingenio y coraje y, sin embargo, sin darse cuenta que la llevaba siempre con él.

domingo, agosto 20, 2006

Historia Zen

Una vez, iban dos monjes por el bosque, uno joven y otro de más edad.
Al llegar al río se encontraron con una hermosa mujer que no podía cruzar.
El monje mayor, montó a la mujer en sus hombros y cruzaron el río.

Luego de esto los dos monjes prosiguieron su camino.
Ambos permanecían en silencio.
Al llegar al templo, el más joven dice al otro monje:

- Tú bien sabes que se nos está prohibido tocar mujer alguna.
¿Por qué cargaste a aquella en el río?

- Yo dejé a la mujer a la otra orilla del río,
tú todavía cargas con ella.